lunes, 3 de diciembre de 2012

DESTACAN ARTISTAS PLASTICOS EN REP. DOM.


No es un secreto para nadie. Muy lejos de la realidad que se vive actualmente, los amantes del arte no escatiman precios para satisfacer sus caprichos. Una fiel muestra que sustenta nuestra hipótesis es la venta realizada el pasado mes de mayo por la afamada casa de subastas Sotheby’s Nueva York. Tuvieron la “dicha” de recolectar nada más y nada menos que unos 120 millones de dólares gracias a “El grito” (1895) de Edvard Munch, una de las imágenes más famosas y emblemáticas del arte; la única de las cuatro versiones de la obra del expresionista noruego que quedaba en una colección privada. Todo un símbolo moderno de la ansiedad humana.
Sí. Al parecer sus compradores viven en una especie de burbuja. Y es que a pesar de la enorme crisis económica que arropa a casi todos los países del mundo, éstos, por lo visto, viven ajenos a ella. Ha sido el motor de impulso que los arrastra hacia estas exuberantes compras.
Por la significativa ruptura y grandes aportes de sus obras, Pablo Picasso, Salvador Dalí, Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Vincent van Gogh, Jackson Pollock y Kandinsky –por sólo mencionar unos cuantos- se encuentran, actualmente, en el cenit de las artes. La historia se ha encargado de día tras día recordarlos.
Ahora bien: vivimos en la República Dominicana, y nacionalistas al fin, es necesario reconocer aquellos artistas criollos que, al igual que los anteriormente citados, ocupan los primeros lugares en ventas. Aquí los cinco que encabezan el listado.




1. Jaime Colson

. En su pictografía armonizan el cubismo, surrealismo, simbolismo, expresionismo y neoclasicismo. Una técnica meticulosa y de ribetes académicos nutre su obra, ubicada entre lo clásico y la vanguardia, donde se respira una atmósfera de metafísica o irrealidad. En ella, la composición interna y el expresivo delineado de sus trazos, desde lo geométrico, son fundamentales. Predomina la exaltación del cuerpo y de lo humano, en contraposición al progreso mecanicista que solo puede desembocar en la muerte; por eso su obra ha sido calificada neohumanista.


2. Gilberto Hernández Ortega


Su pintura manifiesta acentos expresionistas y marcada predilección por la figura humana. En sus retratos y elementos figurativos modula un estilo esquemático de trazo fuerte y desenvuelto. Las formas adquieren carácter estructural, ya que singulariza el juego rítmico de luces y sombras. La mayoría de sus obras se caracterizan por tener los colores negros, los azules y los grises como sostén del entramado pictórico. Su lenguaje es comunicante y su síntesis conforma un poder expresivo, de autentico sentido social y antillano.


3. Iván Tovar.

  Los críticos inscriben su pintura en el neosurrealismo, no obstante, sus composiciones despliegan un mundo simbólico extremadamente personal. Lo que propone es una exploración detallada del deseo, como si este fuera una especie de monstruo prehistórico. De tratamiento sobrio, riguroso, clínico, bajo una luz fría y quirúrgica, sus telas gozan de un gran renombre internacional no sólo por su larga permanencia en París, sino por su atrevida temática que lo convierte en poseedor de una de las técnicas más depuradas.


4. Ramón Oviedo

.Ha sido nombrado por el Congreso Nacional como "Maestro Ilustre de la Pintura Dominicana". Su obra presenta trazos fuertes y colores que evocan dureza, sordidez, crueldad, pero también humanidad. La abstracción y expresionismo que en ellas impera componen el mundo psíquico del hombre con sus abismos y soledades. Es como si algo quisiera surgir de sus telas y dar paso a un sordo dolor que gritara en silencio. Si bien es cierto que su grandeza ha sido exaltada con más puntuación en la pintura, su obra como muralista no es segunda de nadie.


5. Clara Ledesma.

La simbología esquemática de su pintura refleja, de manera mágica y académica, una espectacular fantasía de la realidad. Sobresale por los efectos brillantes de la luz y su agradable colorido. Sus figuras, no muestran alucinaciones y mantienen la armonía ante el misterio del ser. Su obra representa una fantasía de la realidad en base a efectos de luz, color y la fuerza imaginativa de sus mágicas, ingenuas y encantadoras figuras. Trata de representar lo autóctono pintando con inquietud aunque alejándose del dramatismo. Una de sus mejores etapas estuvo marcada por el tema de la negritud.