Por José Silvestre
Los actos de barbarie significan un golpe devastador contra el ejercicio de la comunicación
El rapto y posterior asesinato del comunicador romanense José Silvestre, entabla un desafío soberbio para el Estado y las autoridades del gobierno dominicano .
La manera atroz en que fue emboscado y el desenlace funesto en el que perdió la vida, han estremecido la prensa y ensombrecido la conciencia del país.
La modalidad sangrienta y las huellas hirientes de la tortura quisieron manifestar un fin ulterior: provocar terror y enviar un mensaje siniestro a alguien más.
Entodo caso, los actos de barbarie significan un golpe devastador contra el ejercicio de la comunicación.
Controversial y desenfadado, José Silvestre desentrañaba y difundía un torrente de informaciones, a veces temerarias, que, para su desgracia, afectaban diferentes sectores y personas que el entonces empecinado comunicador incluía en un extenso listado de crímenes y sujetos peligrosos.
Como fuere, el móvil y los propósitos de este asesinato han marcado un rumbo frenético, que de algún modo nos afecta a todas y a todos.
De ahí que la tarea esencial de las autoridades, frente a este horroroso hecho de sangre, sea emplearse a plenitud para establecer toda la responsabilidad de los autores y cómplices involucrados.
Ahora, que lamentablemente se consumó la tragedia, misma que fue anticipada varias veces por la víctima, no caben las dudas morbosas. Ni los silencios intermedios, ni las complejidades anunciadas, ni mucho menos, los enjuiciamientos interesados.
El país demanda, a una sola voz, !justica!. Justicia, transparente y solemnemente.
La vida de José Silvestre ha sido arrebatada brutalmente, y el resuello de su muerte se ha expandido, con categoría de riesgo para todos aquellos y aquellas que hacen opinión no complaciente ni con el poder del crimen organizado ni con el narcotráfico.
Porque ante esta muerte infame, no hay silencio que valga, ni causa que la justifique!
La manera atroz en que fue emboscado y el desenlace funesto en el que perdió la vida, han estremecido la prensa y ensombrecido la conciencia del país.
La modalidad sangrienta y las huellas hirientes de la tortura quisieron manifestar un fin ulterior: provocar terror y enviar un mensaje siniestro a alguien más.
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Controversial y desenfadado, José Silvestre desentrañaba y difundía un torrente de informaciones, a veces temerarias, que, para su desgracia, afectaban diferentes sectores y personas que el entonces empecinado comunicador incluía en un extenso listado de crímenes y sujetos peligrosos.
Como fuere, el móvil y los propósitos de este asesinato han marcado un rumbo frenético, que de algún modo nos afecta a todas y a todos.
De ahí que la tarea esencial de las autoridades, frente a este horroroso hecho de sangre, sea emplearse a plenitud para establecer toda la responsabilidad de los autores y cómplices involucrados.
Ahora, que lamentablemente se consumó la tragedia, misma que fue anticipada varias veces por la víctima, no caben las dudas morbosas. Ni los silencios intermedios, ni las complejidades anunciadas, ni mucho menos, los enjuiciamientos interesados.
El país demanda, a una sola voz, !justica!. Justicia, transparente y solemnemente.
La vida de José Silvestre ha sido arrebatada brutalmente, y el resuello de su muerte se ha expandido, con categoría de riesgo para todos aquellos y aquellas que hacen opinión no complaciente ni con el poder del crimen organizado ni con el narcotráfico.
Porque ante esta muerte infame, no hay silencio que valga, ni causa que la justifique!
La familia Z101 se une al clamor generalizado de la sociedad dominicana para demandar solución definitiva de este caso. Z101.COM